Casi siempre es lo mismo después de una función de títeres (si, como ya había dicho y entre muchas otras cosas soy titiritera); Un niño tímido se acerca con su cuaderno a pedir un autógrafo, claro que puedes negarte, aunque es casi imposible, pero si decides dárselo tienes que aceptar las consecuencias (que en este caso es una bolita de niños enloquecidos tratando de obtener de ti tan siquiera un garabato). Hoy un niño me dijo; pongale su nombre aquí, yo le completo lo demás no hay bronca. Pero el colmo fue cuando nos íbamos de aquella escuela, antes de subir a la camioneta un niño de unos 10 años vino corriendo y me dijo; oiga, oiga! ¿Quiere que le de mi autógrafo? Y yo pensé; para que no se sienta mal le diré que si. Me disponía a sacar una hoja de mi mochila cuando ese niño descarado me planto un beso babeado y tronador en el cachete, inmediatamente después me grito; ¡ahí esta! Y salio corriendo como alma que lleva el diablo. Yo me quede pasmada y solo se me ocurrió decir; ¡válgame!
Y ahora solo se me ocurre decir; ¡válgame!
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