miércoles, abril 21, 2010

Adios?

Samanta es un perrita, vive en casa de mi mama… más bien vivía en casa de mi mama, pues después de renegar todos los días con ella, de regañarla, de estarla llevando a cortarle el pelo y de aguantar una que otra mordida finalmente samanta fue “regalada”… y digo “regalada” porque el señor que la recibió, dueño de una tortillería, ofreció tortillas gratis durante todo el mes. Ayer sucedió aquel suceso y hoy mi mama está deprimida, me lo dijo así; “llore toda la noche por samanta, el señor me dijo k la recibió un perro pervertido”. Y el perro “french” que le dio la bienvenida no hiso más que actuar según sus instintos perrunos…ustedes se imaginaran… pero samanta no conocía perro, así que mi mama quedo muy angustiada por la castidad del pobre can. Luego mi madre me confesó; “Estoy angustiada, ahora samanta vive en el cerro de la cruz”, ¡Jesús aplaca tu ira! (pensé), y dije; huuuuuuy!!! Noooo dios santooo el cerro de la cruuuuz! Jesus! ¡Mamaaaaaa ni por mi te preocupaste tantooooo!!!

Ahora mi mama está pensando en pedir a Samanta de regreso y darle una pastilla del día siguiente, la angustia la posibilidad de que al señor se le escape y sea apachurrada por un camión (el señor tiene antecedentes), la angustia el abuso del que pueda ser objeto por parte del perro pervertido, la angustia la falta de cariño, pero sobre todo la angustia la posibilidad de ir al infierno por culpa por cambiar seres vivos por tortillas.

miércoles, abril 14, 2010

Culpo al talento

Me di cuenta que fingía su locura cuando comenzó a hablar en voz alta para que yo pudiera escuchar las incoherencias de sus pensamientos… o lo que yo creía que eran sus pensamientos, porque lo que salía de su boca no era más que el resultado de los ensayos que preocupado hacia en su cabeza la noche anterior, cuando estaba a punto de dormirse. Ese pequeño momento era el único que el tenia a solas para pensar, antes de que yo llegara con mis sonidos extraños y mi escándalo de media noche, el único momento que tenia para pensar e imaginar en su cabeza que podría resultarme más familiar, por lo tanto más loco, o como muchos dirían; más zafado. Lo cierto es que tenia años fingiendo su locura y si fue por mi o fue por él, eso nunca lo sabré, no había cosa que el odiara más que el hecho de ser normal. Ser loco no duele, ser normal sí.

A mí me gustaba estar loca, la gente no espera mucho de las personas con el coco botado, pero cuando me di cuenta que trataba de engañarme… que no era como yo, empecé a fingir que yo era normal. Solía decirme que le gustaba estar conmigo porque yo era diferente y por eso me fui. No fue mi culpa que a él lo dejaran tantos años entre esas cuatro paredes blandas y yo saliera a los dos meses de ensayar una y otra vez mi normalidad, fue más bien cosa de talento actoral.