viernes, noviembre 06, 2015

Pasos en la azotea

Oigo pasos en la azotea y no, no me estoy volviendo loca. La primera vez que los escuche fue cuando estaba desempacando lo de la mudanza, entonces pensé que había sido una caja que se desdoblo solita (de esas que dejas abierta a medias  porque lo que alcanzaste a ver fue suficiente para saber que ahí no está nada de lo que buscas). Al segundo día los escuche más o menos a la misma hora después de medio día, esta vez fue clarísimo, primero unos pasos lentos tres, cuatro y… echaron a correr! Yo hubiera deseado hacer lo mismo pero más bien me quede engarrotada del susto… ¡eran muchos!

Eran pasos pequeños… ¿será posible que sean estas criaturas las causantes de la desaparición de más del 20% de mis calcetines? ¿Será posible que hayan sido estas criaturas las que hicieron que la regadera en vez de emanar el preciado líquido (agua) hayan hecho que me escupiera en un violento vomito de lodo con agua? Y después de eso… cero, ni una gota de lo uno ni de lo otro… ¡Estos duendes del mal!  Juegan con mi mente al poner el salero en el refrigerador… ¡al esconderme mi collar favorito en un calcetín viejo! ¡Estos gnomos del infierno quieren jugar con mi mente cortándome el gas para que luego yo me pelee con la estufa! ¡Que le grite groserías a la pobrecita estufa!  Pero luego me di cuenta….

Los pasos en la azotea pertenecen a una bola de chanates que viven en el techo de mi casa y les gusta caminar por el traga luz de la escalera que está hecho de un material muy sonoro al caminarlo. Siempre caminan, todos los días a la misma hora. De todo lo demás solo yo tuve la culpa, me cojea un poco la memoria… aunque debo aclarar que el asunto de los calcetines no soy responsable, eso no tiene y jamás tendrá una explicación.

1 comentario:

Carlitos dijo...

Hay tantas cosas que yo podría decir... Pero callaré.