sábado, julio 03, 2010

Mi viejito

Cuando mi viejito se murió me quede sin posibilidades de ganar el mismo dinero que ganaba antes, y es que el toque que le daba el “Don” al numerito era difícil de igualar, ponía su cara de hambre y cansancio, se dejaba la barba y a veces Doña Margarita (que era su esposa-manager) le pintaba unas ojeras que bien podrían envidiar los mejores maquillistas de  hollywood. Por eso cuando mi viejito se murió me dio rete harta pena y no tanto porque lo quisiera yo mucho, que si lo vemos fríamente nuestra relación era meramente de negocios, sino porque sacábamos buenos dineros y luego yo le pagaba su renta a Doña Margarita, la renta por su “viejito precioso” (como ella le decía). Llegaba a la casa de mi viejito como a eso de las 6 de la mañana, porque el trayecto pa´ llegar a nuestra esquina era bastante largo, además tenía yo que empujarlo en su silla de ruedas y había tantas subidas y bajadas… lo bueno es que Doña Margarita tenía preparado siempre el café y un bolillo para cada uno, el bolillo de mi viejito siempre estaba remojado, ya con sus achaques no podía tragar bien, así que yo le iba dando de poquito en poquito todo el camino, como pajarito. A mi viejito no le gustaba platicar mucho, no sé si se cansaba o simplemente pensaba que no valía la pena, de todas maneras entre el sol y andar toreando carros no había mucha chance de platicar, ni tampoco mucho tema. El caso es que mi viejito se murió, amaneció un día tieso y ni quien pudiera sacarle de la mano el pañuelo con que se estuvo limpiando los mocos la noche anterior. Doña Margarita me insinúo que ella podía entrarle al numerito de la viejita en silla de ruedas, pero la verdad es que el publico (como le decía yo a la bola de carros que pasaban a diario por la esquina) iban a notar (obviamente) la diferencia y yo pos tampoco me quería “quemar”. No, lo que hice fue entrarle al estilo “performance”… ahora malabareo con limones… pero eso sí, no dejo mi esquina.

2 comentarios:

aLe dijo...

What?

Gingerale dijo...

que buena historia Marce. Buenísima.Llegué de casualidade, pero me quedo