sábado, diciembre 27, 2014

La Marce va al mercad…. digo a nadar.


Debido a la naturaleza de mi trabajo (o más bien trabajos) tengo la oportunidad de vivir “a lo prehispánico” de vez en cuando,  quiero decir que puedo disfrutar de la simplicidad de los trueques. Gracias a una de estas afortunadas negociaciones se me permite asistir a un conocido club deportivo para nadar y realizar otras actividades sudoristicas. Me gusta nadar y me gusta el ejercicio, me causan gracia las “señoras tortuga” que van a natación, nadan lentas una tras otra, bien coordinadas. Me gustan las regaderas del lugar, buena temperatura y buena presión aunque he de decir que los vestidores son algo “pecularies”; saliendo de la regadera me encuentro con una degustación de pastel de zanahoria, promovido por la señora que también vende ropa y accesorios para mujeres, el pastel lo hace su hija y recibe encargos con tres días de anticipación. Camino al vestidor brinco los trapeadorazos de “la guera”, la señora de limpieza, trapea con enjundia mientras me recuerda con su voz apresurada y gangosa “vendo chia y linaza mija”. Una vez vestida me preparo para secarme la abundante y crespa cabellera no sin antes rechazar una crema hidratante para la piel y una sudadera “aerodinámica” que una señora remataba porque ya era la última que le quedaba. Me hago un espacio en el espejo para maquillarme, procuro no molestar mucho a “Mary joyería” (así se le conoce en el bajo mundo del vestidor) porque está anotando en su libretita de abonos y usa el lavamanos de escritorio.  No cabe duda señor, son tiempos difíciles, pero más difícil es arreglarse en los vestidores de este gimnasio

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